Villa de Grado - Asturias - Espaņa
San Esteban de Sama
Situada al N.E. de la capital del Concejo, cíñela por el S. una cordillera de montañas que la separan del antiguo coto de Linares y de Castañedo (Proaza), y en anteriores épocas, con Trubia, formaba una sola parroquia.
La riqueza mineral y las grandes extensiones de arboleda, con excelentes maderas de construcción, que posee, se hallan inexportadas por carecer de buenos caminos; y es tan grave la falta, que en ocasiones se hace dificilísimo comunicar con Grado, convirtiendose en inmenso charcal el trayecto de Bayo a Sama, siendo este camino precisamente el que sigue a Proaza, y entra en Castilla por Ventana. Hubo un conato de remedio recientemente; pero con los trabajos verificados poco se adelantó.
Los poblados bosques de Sama proporcionaban el cercano Establecimiento Nacional abundante madera para sus edificios y carbón vegetal para sus hornos.
"El dilatado monte de Boanga es el mas apto de toda la provincia para la cría de robles, como que en tres distintas épocas del siglo XVIII ha dado provisión abundantísima de maderas para los arsenales del Ferrol, y aun de sus residuos abandonados se ha surtido la Fábrica de Trubia para las que necesitaba de mayor importancia, habiendo troncos que pasaban de 40 pies de largo", escribía d. Francisco Arias de Velasco al eximio Martínez Marina en 1807.
Por llamarse al aprovechamiento de ese monte común cuestionaron agriamente Sama y Perlavia, originándose un largo pleito que, suspendido durante la invasión napoleónica, se suscitó después con más empeño.
En su defensa declararon los de Sama, en un luminoso Informe del año 1834, que el monte de Boanga "considerábase una Real Dehesa de más de una legua de extensión, de la que se sacaron sobre 5.000 cargas de carbón para la Fábrica de Trubia, más otras tantas que entregó el contratista a los vecinos de Sama, reconociendo sus derechos por los perjuicios recibidos"; se llevaron también del mismo monte "excelentes maderas para aprovisionarse los franceses durante la guerra, y a veces los españoles, y para la villa de Grado y otros puntos donde estaban tropas, para leña y madera; pero la gran corta fue para carbones, y entonces quedó desolado el monte".
Hacia 1836 solucionose la cuestión en favor de Sama, pagando Perlavia costas y multas.
Refiere la Historia que los romanos explotaron las minas de oro que abundaban en Asturias, y cabe sospechar que de ningún punto del concejo, mas que de Sama, extrajeron aquellos conquistadores el precioso metal, por la existencia aquí de antiguas excavaciones o labores mineras casi cegadas, que deben proceder de aquella época.
De cualquier manera, es evidente que los productos minerales de esta parroquia fueron de importancia. En un dictamen de persona encargada por el Gobierno de reconocer en los comienzos del siglo último las minas de hierro de Castañedo del Monte, cuyos filones se extienden pro Sama y explotaba la Fábrica de Trubia, puede leerse que no había en la Península mineral alguno que pudiera ser comparado al de Castañedo, con relación a municiones de guerra; "siendo tan copioso este mineral - agrega Arias de Velasco -, que alcanzaba ya lo descubierto más de tres leguas de distancia de largo y casi una de ancho, contendiendo cada vara cuadrada sorprendente cantidad de quintales de hierro, y la experiencia acredita que sus venas, despojadas de gangas y partes heterogéneas, dan en el líquido de 52 a 55 por 100, producto enorme y nada común"
Préstase a consideraciones la instancia que por entonces presentaron los vecinos más pobres de Sama, Báscones y otras parroquias cercanas a Trubia, al Director de la Fábrica Nacional pidiendo, "para alejar su negra mendiguez, el privilegio exclusivo de conducir el mineral a cuestas, excluyendo a los dueños de mulos o carros, que podían dedicarse a otros ramos ..." ¡Pobres gentes!.
Ciertísimo que en Sama se irguió el imponente Castillo de Boanga, en los términos de este nombre; fortaleza que tuvo a su devoción el díscolo Conde Gonzalo Peláez de Navia al combatir contra Alfonso VII y fue arrasada cuando cayó en poder de los capitanes del Rey, según las crónicas; pero debió ser reconstruida porque se dio en arras a la Reina de León, Doña Berenguela, y ésta a su vez donó el castillo a su hijo Fernando perteneciendo un tiempo a los Prelados ovetenses, y es notorio que la poderosa familia de los Quirós, Comenderos de la iglesia de Oviedo hacia 1317, tenían bajo su protección, entre otros castillos, el de Buango o Boanga, propio de la Catedral de Oviedo.
Más de extrañar es que la fortaleza no se mencione cuando las terribles correrías de Peláez de Coalla, hallándose como se hallaba en el teatro de las hazañas del Conde.
En la asombrosa cresta de la montaña que domina al Oriente el lugar de San Andrés, y en la peña denominad del Castiello, se encuentran los extensos cimientos de aquella fortaleza, que dominaba la dilatada parroquia de Trubia por este lado y el Poniente, aunque se le interponían muy de cerca por aquí algunas montañas de Sama, y era por donde más fácilmente podía ser expugnada, si bien sus vigías o centinelas estaban muy al abrigo de posibles agresiones en estas eminencias casi paralelas al castillo, cuya entrada daba frente a un arroyuelo que corre cercano y le rodeaba por el Poniente. No se encuentra piedra labrada ni muy gruesa en el perímetro que ocupaba ni en sus cimientos, conjeturándose que ha sido arrastrada a los pueblos inmediatos para utilizarla en edificaciones, y acaso mereciera hacerse alguna excavación, pues en 1797 se hallaron lanzas y hachas y unas chapas de cobre dorado, de muy antigua forma, con borrosas inscripciones, más algunos otros objetos, muy posteriormente.
Desde las atalayas del castillo que tenían vistas al Oriente y Norte, podía divisarse la mayor parte de la costa asturiana: las torres de Priorio, la ciudad de Oviedo, las montañas de Covadonga y hasta 42 Concejos, entre los que se contaban Ribadesella y Llanes.
La tradición no da más noticias del castillo de Boanga, ni hay más rastros de su historia que los apuntados.
En las inmediaciones del fuerte se desarrolla una pequeña llanura donde hay vestigios de otro edificio que pudo haber sido un cuerpo avanzado, exterior del castillo, o bien el Monasterio de San Esteban y Santa María a que alude el P. Risco, y la tradición parece corroborar.
En este sitio se hallaron varios anillos de oro que fueron vendidos en Oviedo por una cantidad insignificante.
Vivía en Sama la rica y linajuda familia de los Pardo, fundadora de la capilla de este nombre en la antigua iglesia de Grado, y poseedora que fue de varios privilegios en distintos lugares.
Los de Sama suponen que la hierba de la centella, amarillenta y larga, les preserva del rayo, por lo cual, afanosos, recogen planta de tan soberana virtud.